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Toca hablar de un tema que no es tan popular y eso mismo provoca que cuando se presenta se puede quedar abierto o inconcluso, y la realidad es que tarde o temprano se hace visible porque no hay manera de que un conflicto se resuelva solo, sin pasar por la incomodidad natural de reconocerlo y solucionarlo.

¿Te has sentido desesperado ante los conflictos en tu equipo de trabajo? ¿Has intentado reconciliar en múltiples ocasiones a dos colaboradores, o a dos áreas, pero lo único que logras es una tensa cordialidad que se rompe ante la mínima provocación? ¿Has tenido que adaptar tus procesos internos para “rodear” el conflicto y lograr los resultados?

Te entendemos. Cuando una situación así se extiende en el tiempo, se convierte en una fuga de energía para todos los involucrados. Visto desde afuera, te parece que el conflicto se solucionaría si ambas partes acceden a ceder en sus posturas, aunque sea un poco, pero es mucho más fácil decirlo que lograrlo.

En este artículo encontrarás perspectivas que te permitirán comprender y gestionar los conflictos dentro de tu equipo de trabajo y organización. Como líder, la forma en la que reaccionas y te comportas ante una situación de conflicto marca la pauta para el desarrollo de los mismos. Te recomendamos trabajar de manera consistente sobre las claves que compartiremos para, poco a poco, permearlas en tu equipo de trabajo y lograr una cultura que crece y se fortalece ante el conflicto.

Clave #1 Revisa tus propias creencias y emociones ante el conflicto

¿Cómo se manejaba el conflicto en casa cuando eras pequeña o pequeño? ¿Había gritos y peleas? ¿Se ignoraba o negaba el conflicto? ¿Se hablaba al respecto?

Todos tenemos una historia personal con el conflicto. Esta historia ha determinado cuáles son las creencias que tienes respecto al conflicto y las emociones que surgen en ti ante este tipo de situaciones.

¿A qué me refiero con creencias respecto al conflicto? A lo largo de tu vida, especialmente durante tu infancia, desarrollaste creencias básicas sobre lo que implica un conflicto y cómo manejarlo; y hasta la fecha, es muy probable que estas creencias determinen tus emociones y estrategias de solución ante situaciones conflictivas.

Por ejemplo, digamos que cuando eras pequeño en tu casa el conflicto se ignoraba, se negaba, se acallaba ¿Por qué? Probablemente porque tus figuras de crianza, es decir los adultos a cargo de ti, no contaban con recursos apropiados para gestionar sus emociones ante el conflicto por lo que, si este finalmente iniciaba, estallaba. Tal cual, como una bomba. Lo más seguro, entonces, era evadir el conflicto, evitarlo, ignorarlo, patearlo debajo de la alfombra hasta que fuera inevitable enfrentarlo.

¿Qué creencias podrías albergar sobre el conflicto si observaste situaciones así durante años?

Entre las más comunes están que el conflicto es sinónimo de pelea y enfrentamiento, en donde al final hay un ganador y un perdedor, y por lo general, mucho dolor para todos los involucrados e incluso una buena dosis de sufrimiento.

Revisar tus experiencias tempranas con el conflicto te ayuda a entender las emociones que sueles experimentar cuando surge uno. Tal vez sientes miedo, ansiedad, preocupación; tal vez experimentas un rush de adrenalina y te preparas para el conflicto como quien se prepara para la batalla.  Todo depende de esas primeras lecciones que tuvimos en casa sobre el conflicto y cómo se gestiona.

La primera clave para una correcta gestión del conflicto es hacer conciencia de nuestras emociones hacia él, e identificar qué creencias podrían estar generando ese estado emocional. Dedicar tiempo para el autoanálisis es elemental en esta parte del proceso.

Clave #2 Re-escribe tus creencias sobre el conflicto

Una vez que has logrado identificar las creencias que has construido en torno al conflicto, el siguiente paso consiste en brindarles otro sentido, uno que nos permita responder de forma más saludable y productiva ante las situaciones conflictivas.

Por ejemplo, digamos que una de las creencias que descubriste que tienes ante el conflicto es:

“El conflicto es malo. Es vergonzoso que surja un conflicto porque implica que algo en el ‘sistema’ (relación, familia, amistad, persona) no está funcionando bien”

Redactar la creencia en estos términos, aunque suene tajante y hasta exagerado, nos permite trabajar mejor con ella. Recuerda que, aunque ahora eres un adulto, estas creencias se construyeron de forma inconsciente por una niña o un niño que estaba intentando dar sentido a un mundo que probablemente resultaba abrumador.

Aquí te va una propuesta para re-escribir la creencia que elegimos:

“El conflicto no es ni bueno, ni malo. Es algo muy común y normal en cualquier sistema, pues todos albergamos pensamientos y creencias que eventualmente pueden chocar. Aprender a gestionar los conflictos, ayuda a cualquier sistema a desarrollarse y crecer”

¿Cómo cambiar de este modo una creencia puede cambiar tus emociones ante el conflicto? Muy fácil. Si desde pequeño aprendes que los perros son animales peligrosos y agresivos, cada vez que te encuentres en una situación que involucre un perro te sentirás asustado, a la defensiva, tal vez hasta un poco asqueado. Eventualmente evitarás visitar a ese amigo que te agrada tanto porque tiene un pitbull, o te cambiarás constantemente de banqueta cada que un perro callejero aparezca en tu camino.

Si eventualmente te das cuenta que no todos los perros son agresivos, y que, si aprendes a tratarlos y a convivir con ellos, rara vez son peligrosos, tus emociones, y por lo tanto tu comportamiento ante ellos, se verá modificado. Y lo mejor, descubres toda una gama de posibilidades que se despliegan ante ti, ahora que tu creencia no te limita. Puedes visitar de nuevo a tu amigo, caminar despreocupadamente por la calle o un parque, y, quién sabe, tal vez incluso encuentras al mejor acompañante de vida en una perrera.

Del mismo modo, identificar las creencias, muchas veces tajantes, sin sustento y limitantes, que desarrollamos acerca del conflicto durante nuestros primeros años, y re-escribirlas desde una perspectiva madura, abre los caminos de acción. El conflicto deja de ser un animal salvaje, peligroso, indomable, al que hay evitar y temer, para convertirse en una situación normal, humana, de la cual podemos obtener grandes aprendizajes, acerca de nosotros, de los que nos rodean y del mundo.

Clave 3 Ayuda a tu equipo a identificar y re-escribir sus creencias sobre el conflicto

La relación que tienes con el conflicto, en gran medida determina la gestión que el equipo hace del mismo. Si tú temes al conflicto, si lo evades, o si lo resuelves gritando, discutiendo o peleando, esa será la pauta.

Comprender que el conflicto es algo natural de cualquier sistema humano, y que no es forzosamente algo negativo, nos permite invitarlo a la mesa y aprender de él. Como líder, tomar un papel de mentor ante situaciones de conflicto, facilitando la comprensión que cada miembro tiene de sus creencias y emociones ante estos eventos, es una inversión de tiempo que rinde frutos a mediano plazo.

Conclusión

Abandonar la creencia de que en un conflicto hay un ganador y un perdedor, nos permite destruir los cuadriláteros y abrir la puerta a espacios de diálogo. Como líder, busca velar por que tu equipo de trabajo logre redefinir el conflicto, de modo que se gestione apropiadamente, teniendo por encima de cualquier desacuerdo o postura personal, los objetivos y metas de la organización, reconociendo que la paz no es la ausencia de conflicto, sino la creencia determinante de que, en un clima de respeto hacia todas las individualidades, se pueden hallar e implementar acciones que permitan el desarrollo para todos.

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Un abrazo,

Equipo Decires